Recuerdo allá por el año 1997, yo tenía cinco años de edad, cuando llegaría la noticia que sacudiría mi mundo. Mi madre, Lela, estaba embarazada de mi hermano Brian hace ya 9 meses, y aquel 21 de Febrero, la trasladaron de urgencia a la clínica; por ende, mis abuelos vinieron a buscarme. "Kevin, vení, vamos a conocer a tu hermanito" me decían, y yo, entre llantos, gritos y quejas moría de celos, no quería ir. Es que claro, con el nacimiento de él, tenía miedo, sentía que dejaría de ser tan importante, dejaría de ser el centro del universo. Ya en la clínica, estaba más tranquilo. Mi familia me hizo entender que tendría con quien jugar y que a partir de ese día, todo sería más divertido. Si bien estas charlas me hicieron recapacitar, había dos cuestiones que fueron determinantes para que mi llanto cese. En primer lugar, mi padre, Gustavo, me prometió que si me comportaba, me llevaría a ver Space Jam. En segundo lugar, me dijeron que con el nacimiento de Brian llegar