Hay ciertos momentos en la vida que uno nunca se olvida. Puede ser un hecho importante que nos haya marcado y dejado su huella o un momento sin mucha importancia. En este caso, hace algunos años atrás, comencé a interesarme por el mundo de los cómics. Si bien siempre fui de ver todas las películas referentes a este género, nunca me había tomado el tiempo de investigar las historietas. Recuerdo haber ingresado en una comiquería en la calle Marcelo T. de Alvear, justo en la esquina, y sentirme perdido como pocas veces en mi vida. Me sentía intimidado y sin saber como moverme por la tienda. Había gente que miraba y miraba cosas, sin dudar de lo que estaban haciendo y, ubicados en el lugar y tiempo correcto. Yo, por la contra parte, estaba perdido. Lo único que sabía, es que estaba interesado en leer acerca de Flash, que no es poca cosa. Claro que tuve que hablar con los vendedores para informarles que no tenía ni la más mínima idea de Flash ni de ningún otro cómic. Me recomendaron un