El martes pasado fui a almorzar con Greta, mi más que amiga pero menos que novia, y su viejo Eduardo. Fuimos al famoso restaurant Dandy que tan de moda está hoy en día, y al cuál nunca antes había asistido. Más allá de que es una parrilla, me decidí por unos Ñoquis de rúcula con salsa scarparo, que de scarparo no tenía nada, pero de todos modos estaban increíbles. Si bien estaba muy contento con mi plato, debo admitir que miraba de reojo los chinchulines que se pidió Eduardo, e interiormente me decía a mi mismo: "como te equivocaste Kevin". Hoy, ya se que la próxima vez, si es que hay próxima en ese restaurant, debo pedir otra cosa. Después de un muy agradable almuerzo, despedimos al viejo de Greta y nos dirigimos a mi casa donde ella se quedó poco tiempo porque yo tenía que estudiar. En ese poco tiempo, decidimos que a la noche iríamos a ver la entrega final de Los Juegos del Hambre. Si bien ella ya la había visto con una amiga, me acompaño de todos modos. Claro que